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Cómo encontrar Éxito Saludable en tu vida

  • Xavier Alexander Sánchez Garzón
  • 19 may 2015
  • 5 Min. de lectura

Con demasiada frecuencia nos enfrascamos en una búsqueda continua de auto satisfacción, de algo que hay que adquirir no como un estado suficiente y significativo en sí mismo, en donde no comprendemos que el éxito es una decisión de vivir y trabajar cada día por el resto de la vida en algo que apasione nuestra alma y logre teñirla de una utópica “felicidad perdurable” que algunos creen inalcanzable, y es porque el ser humano con su “principio del nivel de adaptación” como lo llaman algunos psicólogos, se acostumbra rápidamente a las cosas, personas y condiciones que lo rodean, y se aburre luego de asumir que la felicidad esta justo un poco más allá de ese aburrimiento.

Nunca estamos satisfechos, y la madurez requiere reconocer este hecho, tranquilizarnos y aceptar el presente por lo que es: simplemente el resultado de las decisiones que hemos tomado en el pasado y que nos han traído al maravilloso y lleno de oportunidades lugar en donde estamos. En cambio, continuamos estableciendo cada vez un nuevo “punto neutral de éxito” para compararlo con todo lo demás que no tenemos o que no somos, para desembocar en un descontento crónico con nuestro actual estado de felicidad, un estado frenético en búsqueda de éxito.

“Trabajar y trabajar” entonces se ha vuelto un cliché popular, que exige cada vez más de nuestra atención y de nuestro tiempo, en donde la advertencia con “cáscara” de “nunca mezclar el trabajo y la vida personal” se hace una contradictoria realidad imposible de seguir al pie de la letra e incluso equivocada: sólo piense que un buen trabajo o al menos uno apropiado para usted, lo puede hacer sentir y a quienes lo aman, más vivos y menos muertos de cansancio, un buen trabajo lo puede ayudar a conciliar el éxito con la felicidad, siempre y cuando vaya en la dirección de la vida que desea.

Y creo que es el mundo occidental que profesa la autoestima y autorrealización por encima de todo incluso desde Maslow, es en gran parte el culpable del fracaso de nuestro éxito, esa carrera desenfrenada intentando trabajar más arduamente para “trepar” cuanto antes hasta la cúspide de “la pirámide de las necesidades” para satisfacerlas es una situación que no es saludable ni mental, ni emocional, ni físicamente, por lo que si no logramos un estado de aceptación incondicional, que nos permita agradecer la baraja que nos tocó y luego seguir adelante, estamos condenados a un “éxito tóxico” que no nos permitirá saborear la vida. Y es aquí, donde prefiero señalar que lo importante es aprender en adelante el arte de “chuparse los dedos” con la vida, tal y como es, en lugar de sermonear por lo que no se ha hecho o por lo que se ha hecho mal, para poder entender que “la recompensa más alta del trabajo no es lo que obtenemos, sino en lo que nos transformamos”. (Sydney Harris)

Y es que el trabajo es nada más que un vehículo para “encontrarnos a nosotros mismos”, pero el trabajo sano y por ende el camino hacia el éxito saludable, parte de hacernos más profundamente consientes no solamente de nosotros mismos, sino de los demás y del impacto que tiene lo que hacemos en ellos. Por lo que la idea de contribuir a la sociedad, de hacer un mundo mejor, definitivamente se alinea con un propósito de vida superior y más saludable, y es por eso que seguramente encontrar un trabajo lleno de significado y que haga aportes, es una necesidad real que nos permitirá dejar de ser “normales”, “haciendo todo lo que el mundo hace”, para librarnos de esa epidemia silenciosa de decaimiento en la que el alma anestesiada transita con un único fin en esa aceleración impetuosa, competitiva, casi obsesiva que como “zombis” nos lleva a intentar saciar a toda costa nuestra sed de éxito, para casi arrastrarnos a olvidarnos tristemente de nosotros mismos.

Esto me permite compartirles un modelo que encontré alguna vez por ahí y que he ido complementando como una versión sobre lo que podríamos llamar “los ingredientes del éxito”; que revisaremos más a fondo en una próxima ocasión; pues me parece la mejor manera de ilustrar la búsqueda de equilibrio que una vida exitosa y saludable representa:

MODELO EXTIO SALUDABLE.png

Cabe anotar que aunque vivimos en una época que no ha vivido guerras mundiales, en donde avances tecnológicos han aportado formas de mejorar nuestras vidas impensables para nuestros antepasados, también estamos viviendo la paradoja de la infelicidad: aunque tenemos más cosas materiales, espiritualmente nos sentimos más solos, menos comprendidos, somos más susceptibles a la depresión o a enfermedades causadas por estrés, ya sea por sobrecarga laboral o por tensiones personales y familiares que no sabemos resolver, sabiendo que incluso el ensueño de una vida en perfecta armonía y equilibrio suena hasta aterrador y aburrido para la mayoría y casi podría decirse que es otra trampa en la que un tipo diferente de ambición puede atraparnos. Sin embargo, antes entrar en nuevas disertaciones, prefiero recalcar el concepto de “saborear lo que se tiene” y en aumentar su disposición a estar atento y a controlar la conciencia que nos permita deleitarnos con el momento presente y con la tarea o actividad que tenemos entre manos de una manera alentadora y estimulante que nos permita concentrar nuestra atención no en el qué, tampoco en el cómo, sino no más bien en el por qué.

Sólo queda decir que es necesario vivir el camino hacia el éxito, como si ya vivieras cada día con el éxito en tu vida, tomando mayor consciencia sobre la transitoriedad de la vida. Esto requiere una reformulación en nuestro sistema de referencia, en donde dejemos de centrarnos en el “yo” y podamos entender, disfrutar e influir positivamente en el mundo que nos rodea para poder ver que en las cosas hermosas que haces cada momento hay éxito y no debes opacarlas o condicionarlas a cosas materiales, que te lleven a pasar por alto justamente aquellas cosas que hacen que valga la pena vivir: la familia, la tranquilidad interior, nuestra conexión con la comunidad y en general nuestro sentido de participación en la vida y con los demás.

Finalmente sabiendo que tú éxito es la percepción que tú tengas de lo que es éxito, pregúntate cada mañana: ¿Estoy haciendo lo que me apasiona en la vida hasta que cae la noche?, esto quiere decir, que además de trabajar, estoy logrando vivir la vida que quiero y estoy logrando conciliar vida, éxito y felicidad. Recuerda: cómo decía Abraham Lincoln: “ser feliz es una decisión” y está en nuestro poder y es nuestra responsabilidad desarrollar la capacidad de moldear nuestra forma de pensar para orientarla nuestros pasos hacia el anhelado éxito saludable.

Adaptado a partir de: El último libro de autoayuda que necesitará. Paul Pearsall. Editorial Norma, 2006

 
 
 

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